Seis años sin ti, Quería recuperar a su mujer y tenerla de nuevo en el dormitorio.Kurosaki Ichigo se puso furioso cuando Rukia lo abandonó poco después de la luna de miel, pero consiguió localizarla seis años después

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Gaby-chan
view post Posted on 2/11/2011, 02:26




Disclaimer: No me pertenece Bleach :( ni ninguno de sus personajes, de lo contrario ya la naranja y la enana estuvieran juntos desde el primer capitulo XD... lol... Todo esto le pertene a Tite-sama... Así como los personajes la historia tampoco me pertenece, solo hago una vulgar adaptación de un maravilloso libro con este mismo nombre... Pronto revelare el nombre de la autora, quizá ya lo sepan... Buena ya dejando a un lado tanta habladuría a leer!
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CAPÍTULO 02



RUKIA cruzó el pasillo hasta su dormitorio y encendió la luz, pero no cerró la puerta por si acaso Kenshi se despertaba por la noche. Se quitó los zapatos y fue a la ventana, no hacía frío, pero ella se frotó los brazos para tratar de quitarse de encima esa sensación que sentía dentro.

¿Estaría también Ichigo de pie delante de la ventana, preguntándose si estaba pensando en él? Por supuesto que no. Él tenía demasiada confianza en sí mismo, y sabía que ella estaba pensando en él y preocupándose por lo que iba a hacer. Como la había encontrado, aunque hubiera sido por casualidad, no estaba dispuesto a marcharse sin las respuestas que buscaba. A Rukia no le extrañaba nada que las cosas fueran así, pero le habría gustado tanto que todo fuera distinto...

Su relación había comenzado con tanta pasión y disfrute, con tanta alegría y esperanza en el futuro. Incluso en ese momento de incertidumbre, Rukia sonrió al recordar el amor que había visto en su mirada. Le dolía el corazón al pensar que con su manera de actuar habría aniquilado para siempre aquel amor que había visto en sus ojos.

Pero llegado el caso, y contando con que él aún quisiera hacerlo, ¿sería capaz de creer en su declaración de amor? Su corazón sí que lo creería, porque ella seguía amándolo desesperadamente; pero la razón le diría que él mentía.

Rukia suspiró con fuerza, agobiada por el peso de la traición que había sufrido seis años atrás. La repentina aparición de Ichigo había desenterrado de nuevo su dolor. Se acercó al tocador y abrió un pequeño joyero. A Rukia se le saltaron las lágrimas mientras contemplaba la alianza de oro con diamantes que guardaba allí.

En el joyero, junto al anillo, guardaba la foto que se había llevado consigo cuando se había marchado; una foto de Ichigo y ella el día de su boda. Se les veía tan felices a los dos que le dolía sólo con mirarla.

Aun sabiendo su traición, dejar a Ichigo había sido tan doloroso que muchas noches se había quedado dormida llorando. Jamás había dejado de preguntarse dónde estaría y lo que estaría haciendo. El deseo intenso de escuchar su voz la había urgido a descolgar el teléfono más de una vez, pero la razón siempre la había empujado a retirarse en el último momento. Ichigo la había embrujado en una ocasión y le había roto el corazón; pero ahora no podía correr el riesgo de que él la cautivara otra vez.

Más como una autómata que como un ser humano, Rukia había tratado de pasar los días lo mejor posible. Al principio, había sido como caminar a través de un oscuro túnel que no tenía fin; hasta que se había dado cuenta de que estaba embarazada. Ese día había empezado a vivir otra vez. Su vida volvía a tener sentido de nuevo.

Pasada la euforia inicial, se había dado cuenta de que estaba en una posición insostenible. El bebé no era sólo suyo, y esa idea la partía en dos. Sabía que era lo correcto y lo justo que Ichigo supiera que iba a tener un hijo pero, después de lo que le había hecho, no podía contactar con él. Aunque eso le hizo sentirse muy culpable, se sentía demasiado dolida para cambiar de opinión, y tendría que afrontar las consecuencias.

No había sido fácil vivir sin el hombre amado; pero la llegada de Kenshi la había ayudado. Quererlo había sido lo más fácil del mundo, y concentrarse en él la había ayudado a que no desesperara por lo distinta que podría haber sido su vida de no haberle demostrado Ichigo que no era de fiar.

Desgraciadamente, el pasado volvía a ella con fuerza.

Sintió miedo al darse cuenta de lo vulnerable que era. ¿Qué iba a hacer con Kenshi? ¿Después de no haberle dicho nada a Ichigo, cómo iba a revelarle su existencia de pronto? Ichigo jamás la perdonaría, y estaría en su derecho. ¿Pero qué podría hacer él? El corazón le decía que Ichigo querría a su hijo; sin embargo, ella no quería perder a Kenshi. Después de todo lo que le había pasado, no podría soportar más dolor.

Las lágrimas le quemaban los ojos, y Rukia se tocó los labios temblorosos. Pensó en uno de los dichos favoritos de su abuela, que le llegó como un eco en el pensamiento: en la vida todo se pagaba. ¡Cómo no reconocer que había hecho mal! ¿Pero qué otra cosa podría haber hecho? No podría haber vuelto con Ichigo, ya que eso se habría traducido en vivir en un estado de eterna duda; esperando a que él la traicionara de nuevo, a que él le rompiera el corazón otra vez.

Por eso ella jamás habría vuelto con él, porque tenía la idea de que él la traicionaría de nuevo.

Sin embargo Ichigo la había sorprendido, porque ni se había divorciado de ella, ni la había olvidado. Ichigo quería respuestas; y quería que ella pagara por lo que le había hecho.

Una lágrima rodó por su mejilla. Sabía que, a pesar de la doble moral, él querría hacerle pagar. Cuando lo había abandonado le había herido en su orgullo, y Rukia sabía que quería venganza y enfrentarse a ella. Desgraciadamente, ella no estaba preparada para enfrentarse a su marido. Pero en esos momentos no le quedaba otro remedio que ser fuerte, por muy mal que se sintiera, y mantener en secreto lo de Kenshi por muy mal que estuviera. Accedería a ver a Ichigo una vez más, y después su vida volvería a la normalidad.

Apenas sabía lo que era vivir una existencia normal. Le resultaba muy difícil mentir, sin embargo sabía que era lo único que tenía para protegerse. Cuando Ichigo se presentara, y sabía perfectamente que lo haría, debía decirle lo que él quisiera oír, decirle cualquier cosa que acelerara su marcha; y esa vez, que fuera para siempre.

Sólo de pensarlo le dolía el corazón; y Rukia apoyó la cabeza en la pared y aspiró hondo. La severidad de ese dolor le contaba una verdad que había querido ignorar y evitar: que en el fondo siempre había esperado que un día Ichigo volviera a su vida y le dijera que la amaba y que la perdonaba. Era la esperanza vana de una mujer sola que tenía el corazón roto.

Rukia se abrazó mientras lloraba a lágrima viva. Nada había cambiado en realidad. No habría un final feliz para ellos dos, porque ella jamás podría volver a confiar en él. La traición de Ichigo había destruido para siempre la frágil esperanza de que existiera algún hombre en quien poder depositar su confianza. A veces soñaba con tener un hada madrina que agitara su varita mágica y lo colocara todo en su sitio; pero Rukia sabía muy bien que vivía en el mundo real. Aunque él quisiera volver con ella, ella tendría miedo de confiar en él, porque eso le haría vulnerable de nuevo. El amor sin confianza era como una cáscara vacía.

Los días siguientes fueron como una pesadilla. A ratos se sentía confiada pensando en que sería capaz de ver a Ichigo de nuevo sin revelar su secreto, y a ratos desesperada sólo de pensar en lo duro que podría ser. ¿Cómo iba a esconder a un niño de cinco años que estaba acostumbrado a entrar y salir corriendo de su casa cuando quería? Apenas había dormido las tres noches pasadas, anticipando la llegada de Ichigo; pero hasta entonces, no había aparecido.

Estaba segura de que no se había rendido y había regresado a casa. O estaba muy ocupado con el asunto que le hubiera llevado hasta allí, o bien quería hacerle sufrir. Seguramente las dos cosas, pensaba ella con un ataque de nervios.

Era lunes y acababa de dejar a Kenshi en el colegio de camino al trabajo. El niño había estado de mal humor todo el fin de semana, y ella comprendió que estaba muy sensible a sus emociones. Había saltado con el niño más de una vez, y se sentía mal por ello porque sabía que no debía pagar sus problemas con nadie. Estaba angustiada, de modo que se puso como propósito ese día tranquilizarse antes de ir a recogerlo más tarde a casa de Nanao.

Nanao, su vecina de la casa de al lado, tenía un niño de la edad de Kenshi y no le importaba cuidar de su hijo hasta que Rukia llegaba del trabajo los días de colegio. Era Nozomi, la otra hija de Nanao, la que hacía de niñera para Rukia cuando era necesario. En general era una situación ideal para todos, y Nozomi ganaba un dinerillo extra para sus gastos.

Normalmente el trabajo la distraía de las preocupaciones de fuera, pero no esa vez. Las cosas no iban bien, y la falta de sueño parecía ser el mayor problema. En ese momento maldecía entre dientes mientras ampliaba un retrato de un cliente. Raramente decía palabrotas, y cuando lo hacía sólo utilizaba los epítetos más suaves. Menos mal que estaba sola en ese momento en el estudio de High Street. Kaien estaba haciendo una sesión fotográfica en casa de un cliente, y Kon, el aprendiz de ayudante de laboratorio, había bajado a comprar algo para el almuerzo.

Rukia estaba haciendo un pequeño ajuste cuando sonó el timbre. Brincó como un gato escaldado, y por culpa de su exagerada reacción estropeó en un instante varios minutos de delicado trabajo.

Aguzó el oído, esperando oír la voz de Kon diciéndole que era él, pero reinaba el silencio. Eso quería decir que debía de ser un cliente.

Abandonó su trabajo y empezó a desabrocharse la bata que usaba en el laboratorio. Normalmente había una recepcionista allí para ocuparse de cualquiera que entrara de la calle; pero Tina había llamado diciendo que estaba enferma, de modo que Kon y ella la sustituían. Colgó su bata detrás de la puerta, la abrió y salió a la recepción del estudio.

—Siento hacerle esperar —se disculpó en tono amable, pero de momento no vio a nadie en el vestíbulo.

Se adelantó y se asomó a una especie de esquinazo que hacía la habitación, que tenía una forma algo extraña, y vio a un hombre de espaldas observando una de las fotos que cubrían las paredes. Tenía las manos metidas en los bolsillos del pantalón. Rukia notó de nuevo aquella tensión tan especial en el ambiente y supo que tenía delante a Ichigo.

—No hay ningún problema, soy un hombre muy paciente. Nunca me importa esperar lo que sea necesario para obtener lo que quiero —dijo significativamente mientras se volvía hacia ella. —He estado estudiando tus fotos. Tienes la habilidad de sacar la verdadera personalidad que hay tras el rostro.

Rukia tenía que reconocer que su elogio la había sorprendido, pero le habría gustado más si él no hubiera prometido primero un justo castigo. Decidió que era más fácil centrarse en las fotos hasta que él le dijera lo que había ido allí a decirle.

—No son todas mías —dijo ella en tono seco.

No solía tomar fotos en el estudio porque ése era el trabajo de su jefe. Sin embargo, a Kaien le había impresionado mucho su trabajo anterior y había insistido en que colgara en el vestíbulo algunas de sus fotos.

Ichigo asintió pensativamente.

—Lo sé. Ésta, ésa, y las otras dos de allí son tuyas —añadió mientras señalaba las fotos. —Reconozco tu estilo, Rukia. Tienen una profundidad que no tienen las demás.

No sería humana si sus elogios no la complacieran.

—Trato de que cada imagen cuente una historia.

—Lo has conseguido a las mil maravillas. Ver más allá de lo obvio siempre fue uno de tus talentos. Aunque no era uno de tus talentos ocultos —añadió con ironía.

Aquello la fastidió. Ichigo empezó a quitarse los guantes.

—¿Y qué talentos ocultos tengo yo?

Él sonrió.

—Para empezar, la habilidad de desaparecer sin dejar rastro, por supuesto —respondió.

Rukia decidió que había tenido bastante de falsa cortesía.

—¿Qué puedo hacer por ti, Ichigo? —le preguntó con toda la corrección posible.

A pesar de la formalidad superficial, Rukia sentía otras cosas. En el pasado, años atrás, se habría acercado a él, le habría echado los brazos al cuello y habría encendido la pasión que los dos tenían a flor de piel. Pero esos días quedaban ya muy lejos, y Rukia no imaginaba que él pudiera seguir deseando sus caricias.

—Bastante, que yo recuerde, amore —declaró en tono ronco, con esa permanente sonrisa irónica.

Era un tono muy sexy que Rukia recordaba a la perfección, pero que no había imaginado que pudiera volver a escucharlo de él. Al igual que años atrás, le produjo un escalofrío.

Al tiempo que hablaba, esos ojos cautivadores la devoraban con deliberada provocación, y Rukia creyó sentir la caricia de su mirada.

Sin embargo, Rukia sabía que debía controlarse, y que Ichigo la miraba así para medir su reacción. Estaba jugando con ella, y Rukia no podía dejar que él se diera cuenta de cómo la afectaba aún después de tanto tiempo.

—En el pasado, tal vez, pero ahora no —le aclaró en tono resuelto.

Sin sacar las manos de los bolsillos, Ichigo se acercó a ella muy despacio, mostrando con cada paso la potencia de sus muslos y sus piernas largas y fuertes. Rukia recordó al detalle lo que había sentido cuando esas piernas se habían enredado con las suyas, e inmediatamente la imagen desató un calor en sus entrañas. Para sus adentros Rukia se reprendió, furiosa por pensar en esas cosas que no le resultaban en absoluto convenientes.

—¿Por qué no? Después de todo, entre nosotros no ha cambiado nada —respondió él con suavidad.

Las palabras de Ichigo la sorprendieron. ¿Qué esperaba conseguir por ese camino? Rukia se aclaró la garganta y lo miró a los ojos.

—Yo te dejé. A eso podría llamársele un cambio.

—Cierto, pero descubrí algo interesante la otra noche. A pesar de lo que yo sienta por lo que me hiciste, esa unión sigue viva entre nosotros; porque incluso en un salón lleno de gente percibí que la atracción que sentimos sigue tan viva como siempre. Lo nuestro no ha terminado, ¿verdad, cara? —añadió Ichigo en voz baja, desafiándola con sus palabras.

Rukia no sabía qué decir. Jamás habría podido imaginar que él utilizaría esa táctica. Era imposible que lo dijera en serio. Estaba segura de que su única intención era enervarla, y desde luego lo estaba consiguiendo.

—No seas ridículo. Cuando me marché, fue el final de todo. La otra tarde te dije que era una pérdida de tiempo seguir con esto —se obligó a mirarlo. —Mira, estoy demasiado ocupada. ¿Quieres que Kaien te tome una foto? —le preguntó ella en tono seco.

—Eso también.

—¡Basta ya, Ichigo! No tengo tiempo para juegos. ¡Opino que deberías marcharte ahora mismo!

—¿Quién ha dicho que fuera un juego? Entre tú y yo aún hay muchas cosas pendientes; más de las que me imaginaba. Así que de momento no me pienso ir a ningún sitio. Digamos que quiero investigar las posibilidades más a fondo. Además, a ti parecía gustarte estar a solas conmigo —añadió en tono burlón.

El asombro asomó a sus ojos verdes.

—A ver si lo pillo. ¿Me estás diciendo que crees que sigues deseándome y que yo te deseo a ti?

Si Ichigo pensaba de ese modo, tenía toda la razón. La atracción sexual eran tan potente que ella se sentía desfallecer, y tuvo que dominarse para no dar unos pasos y salvar la distancia que los separaba.

Ichigo se echó a reír.

—No lo creo, cara, lo sé. Siempre hubo mucha química entre nosotros. Lo sentí en el mismo instante en que te volví a ver; y a ti te pasó lo mismo.

También era cierto, pero de nuevo se negaba a reconocerlo.

—No presumas que me conoces.

—¿Y hay algún hombre que pueda conocer a una mujer? Mira mi situación. Yo pensaba que te conocía, pero jamás sospeché que te levantarías y me abandonarías como lo hiciste. Pero cuando existe atracción, nunca me equivoco. Tú todavía me deseas, Rukia. Si te besara ahora mismo, te derretirías entre mis brazos como hacías antes.

Rukia no fue capaz de ahogar un gemido.

—¡Qué frescura la tuya! —protestó ella.

Ichigo se echó a reír.

—Desgraciadamente, eso sólo responde a la realidad de que a mí me ocurre lo mismo. Todo mi ser me pide a gritos que te bese, que responda al misterio del sabor que tendrán en este momento esos carnosos labios tuyos.

Naturalmente, ese comentario le provocó mirarle los labios; y de pronto lo único que Rukia deseaba era saborear, sentir y besarlos de nuevo.

—¡Si lo intentaras, te daría una bofetada!

—No, no lo harías —respondió él con convicción.

Ella se puso más nerviosa, porque sabía que él no se equivocaba. Y por esa misma razón no podía quedarse callada.

—Y tú lo sabes porque...

Él respondió acercándose un poco más a ella, y le puso la mano en la base del cuello, donde le latía el pulso. Rukia sintió el roce de sus dedos como si le hubiera tocado en lo más profundo de su ser; y fue como recibir una potente corriente eléctrica con intensas oleadas que la recorrían de arriba abajo.

—El pulso te late muy deprisa, cara —dijo él en tono burlón.

Ella le retiró la mano.

—¡Pues claro! Estoy enfadada contigo —balbuceó. Él sonrió de oreja a oreja.

—Mentirosa —respondió en voz baja. —Si estuvieras verdaderamente enfadada, no trasmitirías lo que trasmites en este momento; tu mensaje sería totalmente distinto.

—¡No te estoy trasmitiendo ningún mensaje! —le respondió Rukia, sin saber cómo reaccionar ante aquella situación tan inesperada para ella.

—A lo mejor no es lo que te gustaría, pero sí lo que estás haciendo —le dijo él muy confiado.

A Rukia se le encogió el estómago. No quería que él la conociera tan bien. Quería que se pusiera ciego de ira, porque sólo así estaría segura de que su secreto seguiría oculto.

Incapaz de callarse, Rukia se cruzó de brazos y lo miró a la cara.

—Qué arrogante eres, Ichigo —dijo con sorna.

Ichigo se encogió de hombros, ignorando sus palabras.

—Lo que tú llamas arrogancia, yo lo llamo sinceridad. ¿Si yo no te atraigo, por qué la otra noche me comías con los ojos?

Rukia se quedó sin palabras.

—Estaba mirando a mucha gente —respondió, aunque le tembló un poco la voz.

—Desde luego que sí; pero no mirabas a nadie como me mirabas a mí —respondió Ichigo con valentía. —¡Tanta pasión oculta, cara! Y eso me lleva a preguntarte cómo es posible que me abandonaras, si después de todos estos años sigues deseándome de este modo.

Ella aprovechó su comentario.

—Sí, bueno... El sexo no lo es todo, Ichigo —Rukia trató de encontrar algo más que decirle, y cuando se le ocurrió le dolió mucho hacerlo. —Cuando me di cuenta de que... no quedaba nada entre nosotros... yo... me marché.

¡Qué mentira tan grande! Ella lo había amado más que a su vida; y seguía amándolo y deseándolo. Pero no confiaba en él y nunca más volvería a hacerlo.

Si su respuesta le hizo daño, no se le notó en modo alguno.

—¿De verdad? Y sin embargo recuerdo claramente que me dijiste que yo era el amor de tu vida —dijo él en tono suave mientras la observaba con sus ojos ámbar de mirada interrogante que parecían querer calcular su reacción.

Rukia se armó de valor y lo miró a los ojos.

—Entonces te mentí —dijo con voz ronca; pero le dolió decirlo, porque él había sido, era y seguiría siendo su único amor. —Yo... supongo que quise que me pidieras que me casara contigo por pura vanidad. Eras... muy buen partido, ¿sabes?

Lo miró para ver algún signo de rabia o desolación, pero él se dominaba demasiado bien como para soltar prenda. Rukia no tenía ni idea de lo que él estaba pensando en ese momento.

—Si era tan buen partido, ¿por qué dejar a la gallina de los huevos de oro?

Ella se encogió de hombros para continuar fingiendo una indiferencia que jamás podría sentir. Por supuesto que no se había casado con él por su dinero; aunque si conseguía hacerle creer que había sido por eso, tal vez él se marcharía antes. Afortunadamente, tenía una respuesta adecuada.

—No quería estar atrapada de esa manera.

Él esbozó una sonrisa sardónica.

—Es una pena por ti, porque sigues atrapada, cara. El matrimonio no ha quedado disuelto, y el asunto del divorcio está en mis manos.

—Entonces déjame libre —le urgió ella.

Ichigo ladeó la cabeza pensativamente.

—¿Sabes, cara?, lo haría, si no fuera por una cosa; y es que aún no estoy listo para dejarte.

Se le formó un nudo en la garganta.

—¡Pero... tienes que hacerlo!

Él se echó a reír con amargura, revelando, finalmente, algo de rabia por su parte.

—No tengo por qué hacer nada —respondió. —Soy yo quien tiene la sartén por el mango, Rukia. Como te dije, estás en deuda conmigo; y yo quiero cobrármela... en especie.

A Rukia le dio un vuelco el corazón.

—No puede ser... que estés diciendo que tú y yo... —no pudo terminar la frase, pero sabía lo que él le estaba proponiendo; que ella volviera al lecho matrimonial hasta que él dijera basta. —¡Es algo medieval! ¡Estaría loca si aceptara!

Ichigo se encogió de hombros.

—Al contrario, sería una locura negarte... si deseas tu libertad.

Rukia lo miró fijamente, y apenas daba crédito a sus oídos. El hombre de quien se había enamorado jamás podría haberle sugerido nada igual. Claro que tampoco había imaginado que Ichigo fuera a traicionarla como lo había hecho.

—Jamás cederé al chantaje. Es imposible que tú y yo nos juntemos por la razón que sea —respondió con tirantez, mientras trataba de recuperar el control de la situación.

—Nunca digas de esta agua no beberé, Rukia. Es casi un reto. ¿O acaso es eso lo que pretendías todo el tiempo?

Eso le puso nerviosa, ya que ésa no había sido en absoluto su intención.

—¿Y por qué iba a desafiarte? Quiero que salgas de mi vida, no que estés en mi vida.

No podía permitir que se enterara de que existía Kenshi, y tampoco que tratara de cautivarla de ese modo, porque ella seguía siendo muy susceptible.

—Me temo que eso no va a ocurrir en un futuro cercano, Rukia. Sin embargo, deja que llegue a la razón de mi visita y que te deje en paz el resto de la tarde. He venido a decirte que voy a invitarte a cenar esta noche.

—¿Cómo que has venido a decírmelo? ¿Y si tengo otros planes? —respondió ella muy enfadada.

Pero Ichigo no se inmutó.

—Cancélalos —le ordenó él en tono bajo.

Allí estaban, mirándose el uno al otro como dos combatientes en un ring, cuando sonó el teléfono.

—¿Quieres que conteste la llamada, o te chafaría los planes? —le preguntó ella en tono sarcástico.

Eso le hizo sonreír con sorna. —Por favor, no dejes de contestar la llamada por mí.

Murmurando entre dientes por sus tácticas caballerosas, Rukia fue a contestar el teléfono.

—Hola, preciosa, ¿cómo es que no me has llamado? —le dijo una voz conocida.

Rukia se echó a reír con afecto, medio volviéndose de espaldas a Ichigo para tener un poco de intimidad. El hombre que la llamaba era Ashido Kano, el dueño de una galería de fotos de la zona que estaba intentando convencerla para que hiciera una exposición de sus trabajos.

Hasta el momento, Rukia se había negado.

—Lo siento, Ashido, pero he estado muy liada. Ya sabes. ¿Qué tal el viaje?

Ashido se había ido de vacaciones a las Bahamas con su familia.

—Increíble. Comamos juntos y te lo cuento —sugirió alegremente.

—Lo siento, pero no puedo, Ashido. Hoy tengo una comida de trabajo —dijo sin mentir.

—Entonces, cenemos juntos. Tengo una idea de una exposición combinada que tal vez te anime a decir que sí. Necesitamos hablarlo.

Ashido le urgía a que accediera, y Rukia sintió la tentación de aceptarlo sólo para darle a Ichigo en las narices. Sin embargo, prevaleció la cautela.

— ¿Podríamos almorzar mañana? Tengo... planes para esta noche.

Rukia se volvió a mirar a Ichigo que, curiosamente, la miraba con interés.

— ¿Con alguien que yo conozca? —preguntó Ashido con frescura.

Rukia soltó una risotada seca.

—No es más que una reunión de negocios —le corrigió, deseando que fuera así de sencillo. —Hasta mañana, Ashido —Rukia se despidió y colgó el teléfono.

— ¿Problemas con el novio? —le preguntó Ichigo con naturalidad cuando ella se volvió hacia él.

Rukia suspiró pesadamente, mientras se pasaba la mano por el pelo.

— Ashido es un amigo, nada más —respondió ella cansinamente.

La falta de sueño empezaba a causar estragos, y cada vez estaba de peor humor cuando lo que en realidad necesitaba era estar tranquila y dominarse.

— ¿De verdad? ¿Y eso lo sabe él?

Ella lo miró a los ojos muy enfadada.

—Nuestra relación es estrictamente profesional —añadió en tono firme.

Ichigo se limitó a asentir.

—Bien, porque en un futuro próximo no vas a salir con más hombres —comentó él tajantemente.

Rukia se quedó bastante sorprendida.

—Sólo porque en teoría sigamos casados, no creo que puedas darme órdenes —le advirtió ella.

Él la miró con desafío en sus ojos.

—No me has entendido bien. Ha sido una afirmación, no una orden. No vas a salir con otros hombres porque tú no querrás —la corrigió en tono aterciopelado.

Aunque no pensaba decirlo, ella sabía perfectamente que Ichigo era más que suficiente para una mujer.

—Bueno, eso ya lo veremos, ¿no?

Era un desafío que ningún hombre de sangre caliente podría ignorar, e Ichigo avanzó un paso hacia ella. A Rukia le llegó el aroma de su cuerpo mezclado con el perfume especiado de su colonia.

— ¿Lo dudas acaso?

—Da lo mismo. ¡No tengo ninguna intención de seguirte el juego!

Él esbozó una sonrisa pausada y confiada. —Entonces depende de mí hacerte cambiar de opinión —respondió, sin querer aceptar un no por respuesta. —Tengo que marcharme —dijo mientras miraba el reloj. —Te recogeré a las ocho. No tardes.

—Yo no he dicho que vaya a cenar contigo —le recordó ella.

—No, pero los dos sabemos que lo harás. Además, para disuadir a Ashido —le respondió impulsivamente.

Rukia apretó los dientes, sabiendo que tenía razón. —No sabes dónde vivo.

Él frunció los labios.

— ¿Ah, no? Te sorprenderías de lo que he descubierto de ti en un par de días, Rukia —dijo Ichigo.

Ella tragó saliva mientras se preguntaba qué habría podido averiguar.

—Vives en una casa baja de un pueblo a las afueras de la ciudad. Empezaste a trabajar aquí hace un par de años y tienes una pequeña cuenta bancaria a nombre de Rukia Kuchiki, pero no tienes tarjeta de crédito. ¿Qué tal voy de momento?

Rukia suspiró aliviada. ¡No sabía nada de Kenshi!

—Es alucinante lo que puede hacer el dinero —respondió ella en tono cortante.

— ¿Por qué el nombre de Kuchiki? Todavía no me lo has explicado.

Tampoco quería explicárselo en ese momento, pero se le ocurrió que si quería que dejara de investigar, sería mejor para ella que le diera algunos datos sobre su persona.

—Me lo puse por mi hermano Byakuya Kuchiki, que era mi cuñado y hermano adoptivo. Gracias a él empecé a tener interés por la fotografía.

—Nunca llegamos a hablarnos de nuestras respectivas familias, ¿verdad? Estábamos demasiado ocupados haciendo el amor —señaló Ichigo con ironía. —Ahora debo irme. Hasta esta noche, Rukia... —la miró intensamente. —Ni se te ocurra echarte atrás.

Con esas palabras de advertencia, Ichigo salió del estudio, dejando a Rukia a solas para desplomarse en la silla que había detrás de la mesa y agarrarse la cabeza entre las manos. No podía dar crédito a lo que acababa de pasar entre ellos. Ichigo debía de estar loco si pensaba que ella accedería en algún momento a participar en el plan que él había ideado para ellos dos. Tal vez tuviera derecho a estar rabioso con ella por haberlo dejado sin darle la oportunidad de defenderse, pero estaba yendo demasiado lejos.

Se pasó las manos por la cara, tratando de pensar con sensatez. Tenía que haber algo que pudiera hacer para conseguir que él cambiara de opinión. Hiciera lo que hiciera, tenía que ser esa noche; porque si la cosa se prolongaba acabaría enterándose de la existencia de Kenshi.

¡Kenshi! Se le encogió el estómago al darse cuenta de que su hijo estaría en casa cuando pasara a recogerla Ichigo. Porque si Ichigo viera a Kenshi, sabría que era suyo por lo mucho que se parecía a él. Y las consecuencias de ese descubrimiento serían tremendas. Tenía que ocultar a Kenshi de algún modo.

Descolgó el teléfono, marcó un número y al poco respondió una voz conocida.

—Hola, Nanao, soy Rukia. Necesito que me hagas un enorme favor…

Momentos después colgaba el teléfono. Estaba todo arreglado. Lo único que tenía que hacer era sobrevivir el resto de la velada.
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N/A: !(inserta aquí todas la palabras de disculpas que puedan existir en cualquier lenguaje)... esta vez merezco una metralleta :(... tarde demasiado lo se... Pero esta vez que estoy mas desahogada con la uni puedo publicar cada viernes siiiii! Muchas sorpresas vendrán... gracias por los reviewssss el viernes les contesto cada uno de sus saludos! Nos vemos pronto... *sale corriendo para continuar haciendo Here waiting for you antes de que se les vayan las ideas* nos vemos pequeñuels...
 
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kia_chan
view post Posted on 2/11/2011, 03:26




kyyyyyyyyaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa me alegra tanto que allas actualizado espero con ansias el proxim capitulo
 
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lisannette
view post Posted on 2/11/2011, 21:13




esta supeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeerrrrr ya no aguanto a que sea viernes!!!!!!!! :woot:
 
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elechan
view post Posted on 3/11/2011, 07:01




ola! fantastica la conti!! eres una genia!! deseo leer mas más.
pobre rukia ! y ahora que hara?
 
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shirayuki san
view post Posted on 4/11/2011, 22:14




conti!!! esta muy interesante :)
 
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NoemS
view post Posted on 4/11/2011, 23:05




>.< xfin¡¡¡¡ pero comprendo :D INTERESANTE siii¡¡¡¡ n_n noooo tardessss

WAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA ASHIIIIIDOOOOOOOOOO¡¡¡¡ GABY-chan¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ WAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA Ashidooooooooooooooooooooooooooooooooooooo (aataque fangirll) AAAAAAAAAAAAAAAAAAA¡¡¡¡¡ GRACIAS lo amooo¡¡¡¡¡ AAAAAAAAAAAA¡¡¡¡ CONTIIIII
 
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ruki-moon
view post Posted on 13/11/2011, 06:44




crei que jamas nos complacerias para leer esta historia nos vemos y espero que nos repongas los capis que nos falta mas ichirukismo para mi y para todos >-<!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
 
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rukia1988
view post Posted on 13/11/2011, 13:24




me encantooooooooooooooooooooooo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! taa ,muy interesanteeee..... kierooo kontiiiiiii!!!!!!!!!
 
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rugo-chan
view post Posted on 26/12/2013, 02:31




Que pasooooo DDDDDDDD:
por que nunca lo continuaste T.T
shorooooo
 
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Monica Sanchez
view post Posted on 10/9/2016, 01:54




Porque porque no la continuaste me gusta tu fic ha y soy nueva. :( :cry:
 
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ale_21
view post Posted on 3/4/2020, 03:36




Waoo, hace mucho que no leía un fic de esta hermosa comunidad.
Ahora solo quedan recuerdos de esos bellos recuerdos.
Estuvo muy bueno el fic, espero algún día decidas continuarlo.
:]
 
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25 replies since 22/7/2011, 04:20   1257 views
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